¡Estemos En Paz!

Por Christian Bernard, Imperator Emérito de la Antigua y Mística Orden Rosacruz AMORC.

Desde hace siglos, los hombres y las mujeres de buena voluntad se esfuerzan para que la humanidad se encuentre mejor. Naturalmente, los miembros de la Antigua y Mística Orden Rosacruz forman parte de ellos. 

A pesar de la terrible constante que podemos ver sobre la situación del mundo, donde muchos países están en guerra, debemos continuar esperando y, sobre todo, trabajar cada uno a nuestro nivel, según nuestras posibilidades. 

En lo que se refiere a la Fraternidad Rosacruz, se adaptará como siempre lo ha hecho. Ahí donde la guerra y el integrismo religioso hacen estragos e impedirán que exista, se protegerá, y ahí donde el sectarismo laicista haga lo mismo, actuará en consecuencia.

Sabemos que nada es definitivamente adquirido, que todo cambia y que todo evoluciona. Nada está fijo, todo se transforma, es la alquimia de la vida. 

Muchos filósofos y humanistas han hecho de la paz su credo. Desde siempre, los rosacruces también están al servicio de la paz, la Paz Profunda, aquélla a la cual se refieren a menudo en sus escritos, incluso si les es muy difícil de conocerla y obtenerla. 

Mientras más nuestro mundo se muestre cruel, violento y destructor, más voces a favor de la paz se levantan. Lo mismo es por lo que se refiere al principio de la dualidad que rige nuestras vidas y nuestras almas. Por ello, los rosacruces unen oficialmente sus voces a todos aquéllos que oran y trabajan por el entendimiento cordial entre los pueblos. Independientemente de sus acciones personales y diversas, llevan a cabo cada año una ceremonia particular, abierta a todos, bajo la égida de la A.M.O.R.C.

En el corazón de los humanistas, la palabra “paz” resuena permanentemente. Como lo mencioné anteriormente, la primera expresión que viene a la mente de los rosacruces, cuando se evoca la paz, es ciertamente “la Paz Profunda”. En su correspondencia, emplean generalmente en el cierre la expresión “Con mis mejores deseos de Paz Profunda”. Esas pocas palabras, a veces escritas de manera automática, tienen un alcance muy importante. Se trata de algo más que una fórmula de cortesía o de un saludo fraternal. 

Esta expresión constituye una invocación con la cual los miembros de la A.M.O.R.C. destinan las bienaventuranzas a la persona a la cual se dirigen, ya sea rosacruz o no. Mientras más se sienta internamente su esencia y poder, más esta invocación tiene efectos positivos en ella. 

La Paz Profunda no es solamente un estado del alma. También es un estado del corazón y un estado del cuerpo. De hecho, no es sino hasta cuando el ser reúne la paz del cuerpo, del corazón y del alma, que conoce la plenitud de la Paz Profunda y que puede, con todo el conocimiento de causa, invocar sus bendiciones para sus hermanos humanos. 

La paz es indisociable de la armonía, y la armonía es indisociable de la belleza del mundo y de la irradiación de Dios. Esto es lo que hizo que un filósofo dijera: “Tantas manos para salvar el mundo, y tan pocos ojos para contemplarlo.” 

Todos los místicos aman referirse a la paz del alma. Ésta corresponde simplemente a un estado de plenitud espiritual a la cual tiene acceso cualquiera que haya elegido poner su vida al servicio de Dios y de la humanidad. Es también la paz interna que conoce aquél que logra vivir permanentemente en la armonía. Por lo tanto, es a la vez la paz de la rosa como de la cruz. 

La paz, es mirar la vida como un regalo, y esto, a pesar de las pruebas y las vicisitudes. Es también saber aceptar un cuerpo imperfecto, a veces sufriente, después la vejez y, finalmente, la partida hacia el más allá. 

La paz, es primeramente aceptar el miedo, después saber superarlo. Es cuando nuestros impulsos y nuestras emociones finalmente controladas dejan nuestro corazón tranquilo como un día sin viento. Es cuando el guerrero que dormita en nosotros ha rendido. 

Si perdimos la armonía, encontrémosla. Seamos sensibles al aspecto más bello de nuestro mundo. Dejemos a Dios irradiar a través de nuestro comportamiento y encontraremos la paz. 

Entonces, a ustedes que leen estas pocas líneas, según una fórmula querida de mi corazón, deseo que en los próximos años, a lo largo de su encarnación, la Paz Profunda esté en ustedes y alrededor de ustedes.

 Artículo extraído del libro “Reflexiones Rosacruces”, escrito por Christian Bernard, Imperator Emérito de la Antigua y Mística Orden Rosacruz AMORC.

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